Tengo un boli de gel, pero no es verde

11:06

Una de las últimas cosas que leí (antes de retomar mi lista de novelas "románticas empalagosas") fue El bolígrafo de gel verde, de Eloy Moreno. No voy a extenderme demasiado a comentarlo, pero empezaré escribiendo sobre un par de cosas que, aunque no tienen relación con el libro, vinieron a mi mente mientras leía:

* Cuando estaba en la universidad, uno de mis profesores de programación me dijo que a los informáticos tienden a llamarnos locos por pensar diferente al resto de la gente. Y, la verdad, esa acusación no siempre tiene que ver con el pensamiento en sí, sino en la forma de contextualizarlo o exponerlo... quizás damos demasiados rodeos, quizás analizamos demasiado... no sé, es difícil de explicar.

* Las cosas no siempre son lo que parecen. No creo necesitar explicar demasiado eso.

Ahora bien, voy a contar por qué me gustó este libro:

Primero, la estructura (si se le puede llamar así) es flexible. Empieza analizando hechos de la infancia a través de los ojos del hombre de hoy... tratando de vincular algún aspecto que escapó a su inocencia infantil y que arroje respuestas sobre una pregunta aún no formulada. 

Cuestiono lo de la estructura, porque parece que el autor ha  construido el texto usando módulos o funciones que luego va llamando en los momentos justos. Es algo a lo que mi "cerebro de programador" no se pudo resistir.

Luego está el título. No se trata de un bolígrafo para nada, pero llega a ser una pieza tan importante en la historia que, buscando algún otro nombre posible, te pierdes. Es justo. Es perfecto. Ahora me resulta gracioso mirar mis bolígrafos en el escritorio, entre los que por cierto hay un par de bolis de gel: uno negro y uno rosa.

La historia se va complicando poco a poco, llevando al protagonista a un punto en el que explota. Pero no como Michael Douglas en Falling Down, no. Su "venganza" contra el mundo no es visceral y desenfocada... es meticulosa, limpia, aunque imperfecta. 

Resulta que en la vida tampoco hay nada perfecto, y a veces pagan santos por pecadores, pero bien... El protagonista tiene su oportunidad de descubrirse y de reencontrarse con aspectos de su vida que creía perdidos; es así como la fe en que las cosas van a salir bien vuelve a nosotros. El mensaje quizás no resulte tan claro. Tal vez cada quien es libre de aprender lo que quiera con el libro. 

Yo aprendí (tal vez solo recordé) que las cosas no hay que darlas por sentadas, a las personas hay que valorarlas (y hacerles saber lo que valen) y si sigo por allí capaz me acusen de copiar a Coelho su psicología de bolsillo.

El asunto es que, este libro me lo leí muy rápido, pero les recomiendo leerlo poco a poco... no sea que se pierdan de algo importante sin notarlo siquiera. ¿Mi valoración? 4/5 más suscripción al feed del autor, quien utiliza twitter con cierta frecuencia (si les interesa).

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